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Cambios en la sexualidad en la maternidad y paternidad


“El tema del sexo después de... es un gran tabú... madres perfectas, mujeres perfectas, amantes perfectas es lo q se nos vende y cuando no cumples la expectativa, bufff... Todo cambia al convertirnos en madres y padres, cambia nuestro cuerpo y nuestras necesidades y a menudo estamos más necesitados de una mirada dulce, un abrazo profundo, unas caricias sensibles que de otras cosas... al llegar la noche caemos rendidos y las parejas no tenemos un minuto para el encuentro íntimo, que no quiere decir solo sexo =coito...”

El pasado miércoles 20 de marzo, me invitaron a Flowroom a charlar sobre la sexualidad en la pareja en la maternidad y la paternidad. Fue una tarde compartida con mamás, papás, bebés y embarazas. Es estupendo que puedan darse espacios para hablar sobre estas cuestiones ya que en muchas ocasiones se convierte en un tema tabú y no es de extrañar. Si nos fijamos, en muy pocas ocasiones se habla sobre la sexualidad en la pareja a no ser que sea para contar las proezas. Cuando se tienen dificultades o cuando la erótica no se corresponde con lo que “se espera” de ella, llega el silencio. Un silencio que cierra la posibilidad de compartir la experiencia (en muchos casos común), de rebajar ansiedades y de buscar soluciones a situaciones que insatisfacen. Esto resulta, cuanto menos, curioso porque se le da un protagonismo especial en el bienestar a la erótica en la pareja. Pareciera que llegados a un momento de madurez en la vida y estabilidad en la pareja, no se da permiso para “no saber” y para necesitar preguntar y aprender (licencia que parece que sólo se permite durante la adolescencia). Somos personas sexuadas toda vida y vamos pasando por diferentes momentos en los que aparecen nuevas preguntas, dificultades, novedades a las que se necesita dar respuesta. El hecho reproductivo: embarazarse, así como la maternidad y paternidad (también sin embarazo previo, es decir, adoptantes), es una de esas nuevas circunstancias y posibilidades que se brindan y que influyen en nuestra erótica. Partimos del hecho de que la erótica es dinámica y plástica: porque no es igual para todas las personas tampoco lo será a lo largo de la vida: no hay modelos ideales, sino los nuestros únicos, peculiares e irrepetibles.

Maternidad/paternidad: cambios en la erótica

El inicio de la maternidad y/o paternidad implica un nueva situación en la que interactúan diferentes factores. La manera en la que se afronte puede generar situaciones de insatisfacción en la pareja y la erótica o, por el contrario, fortalecer el vínculo afectivo.

  • Cambio de enfoque: de la pareja hacia el/la bebé. La necesidad de atender al bebé puede llevar a que la pareja quede algo desenfocada y, por tanto, también la relación como amantes.

  • El cansancio propio de esta fase, especialmente durante los primeros meses, obliga a buscar momentos de descanso más que otros como el ocio o la vida en pareja.

  • En el caso de embarazo, los cambios corporales de la mujer: si son vividos de manera negativa, si no se siente a gusto con su cuerpo, difícilmente le apetecerá compartirlo con otro u otra, o lo compartirá pero tendrá dificultades para abandonarse al placer.

  • Reorganización de tiempos y espacios, que implica también los de pareja y los de amantes. A veces por inercia se piensa que se colocarán solos, pero no es así, hay que buscarles su hueco.

  • La gestión de la nueva convivencia genera conflictos. Estos pueden abordarse positivamente lo que creará sinergias (que fortalecen el vínculo afectivo) en la pareja o negativamente lo que dificulta las posibilidades de encuentro.

  • Accesos diversos a la erótica que también afectan a la pareja, cada quien tendrá sus apetencias y esto requiere diálogo y ajuste a las nuevas vivencias que pueden no coincidir.

  • En el caso de la lactancia, hay que tener en cuenta también que el organismo genera una hormona llamada prolactina que puede estar relacionada con el descenso del deseo erótico en la mujer.

Todo ello da origen a infinidad de posibilidades en cuanto a la dinámica de las parejas. Poco a poco se va aprendiendo a vivir esta nueva vida, a reajustarse la pareja y a disfrutar de la erótica compartida. Pero, en ocasiones, esto último tarda más de la cuenta y no se sabe cómo gestionarlo. Conviene no perder de vista como era la vida erótica de la pareja y el deseo de ambos antes de la lactancia, del parto, del embarazo o del inicio del proceso de adopción, porque es muy posible que si ya se gozaba de una vida erótica satisfactoria, todos estos aspectos mencionados se gestionen mucho mejor que si la vida erótica y el deseo no andaban demasiado bien.

La cuestión del deseo

Es habitual oír hablar en esta etapa de la disminución del deseo de las mujeres, también cada vez más en los hombres. El deseo, las ganas, es una experiencia subjetiva en la que influyen cuestiones de tipo cognitivo, afectivo y neurofisiológico. Así que son muchos los factores que intervienen en “las ganas” pero, ganas ¿de qué?. La motivación no tiene porqué concretarse en comportamiento (para entendernos, puede haber ganas pero “da pereza”) y pueden haber prácticas que no despierten en este momento el deseo. En este sentido, al hablar de deseo erótico habría que definir a qué deseos nos referimos ¿qué deseamos?: seguramente se sabrá qué prácticas no apetecen nada y es habitual que sea el coito, es decir, no se desea el coito. La erótica, afortunadamente, es mucho más que coito. Implica todo un abanico de prácticas que permiten cercanía, vinculación y placer. En muchas ocasiones la falta de ganas o deseo de coito castra todas las posibilidades de acceso a la erótica escudándose en que “una cosa lleva a la otra…”

Puede que lo que no apetezca o no se desee sea el coito, pero sí que se tengan ganas de otras prácticas eróticas. Es muy común que, cuando ha habido parto, los genitales de la mujer y concretamente la vagina quede resentida, sobre todo si ha habido episiotomía. También el suelo pélvico (cuya tonificación está relacionada con las sensaciones vaginales). Por lo general, las relaciones coitales se suelen retomar antes de que el cuerpo de la mujer se encuentre preparado para poder afrontarlo sin dolor o molestias y mucho menos con placer. Por tanto, es lógico que el deseo de coito no sea algo frecuente en madres (sobre todo si ha transcurrido poco tiempo tras el parto). Por otro lado, el clítoris es el gran protagonista de la respuesta orgásmica femenina y es probable que con todo lo anterior tengamos mejores sensaciones con su estimulación directa que a través del coito.

Pero no olvidemos todo lo demás, que afecta a las parejas adoptantes y a las que se embarazaron: cansancio, convivencia, imagen corporal, pocos espacios para la intimidad… que efectivamente influyen en la erótica de la pareja. La llegada de los hijos y las hijas introduce muchos cambios en las relaciones de pareja, el primero y más importante es que ahora se tendrá que compaginar la faceta de amantes con la de padres y madres, algo que no siempre es fácil, porque además también se es trabajadores, amigos, hijos, hermanos… y sobre todo sujetos independientes que necesitan su espacio para desarrollarse.

A veces el deseo no surge porque no se le da el espacio que requiere. Es necesario cultivarlo, para ello son necesarios los espacios de intimidad con la pareja, permitirse la erótica que sí les apetece para generar cercanía, vinculación y el placer, ampliar la mirada sobre la erótica, conocer sus deseos deseos, aceptar las vivencias que se tienen, descubrir las diversas maneras de darse y obtener placer… Para cumplir el objetivo último, que no es tener relaciones sino algo más positivo y más grande: la satisfacción y el bienestar.

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